Así es, hoy, en mi más chora actitud, quise escribir sobre la virginidad y toda la palestra que se le da a este mito, que por cierto es tan falso como las invitaciones de mis citas de Tinder. La virginidad, aquella que te atormenta desde la adolescencia y que se considera casi un sello de garantía, tiene por fin fecha de caducidad. Existen muchas culturas que idolatran la virginidad, y promueven mantener a las mujeres castas, para entregarlas “indemnes” a sus maridos. Esto no solo es patriarcal, sino que político y personal. Con esto me refiero, a que está tan romantizada la virginidad, que a través de los siglos nos han hecho pensar que todas las mujeres venimos con una especie de sello de garantía o de frescura.

Desde los cuentos de hadas hasta la precaria educación sexual que nos han dado, hemos sido enseñados a mantener nuestros cuerpos castos y puros. Reprimir tus deseos sexuales y no disfrutar de esta dimensión tan importante de la vida, hace que seamos personas incompletas. Si mantenemos la virginidad vigente como un sello cultural que atraviesa generaciones, jamás podremos tener una sociedad con más libertad sexual y menos prejuicios.

La virginidad nos ha hecho creer a las mujeres y a la sociedad que nos definimos por ser penetradas o no, como si ese “sello” con el que supuestamente venimos tuviera algo que ver con el otro. Pero es muy grato para mí contarles, que en abril de este año dos médicas noruegas dieron una charla TED (Ellen Sttokken y Nina Dolvik) desmintiendo la virginidad. Durante la charla, ambas médicas, en conjunto con un aro de ula, explican cómo el himen tiene una forma de coleta para el cabello, con un agujero al medio, y que no es como todos se lo imaginan, que se extiende tapando toda el área del introito vaginal. Fundamentalmente, lo que se trata de explicar, es que finalmente la virginidad es solamente una construcción social, arraigada en nuestros genes desde hace siglos, dado que las culturas han tratado de controlar el placer y el desarrollo de una sexualidad plena y saludable en las mujeres.

Este ha sido un mito con el que cargan generaciones de personas, y que ya es momento de empezar a erradicar. No es fácil decirles esto, pero si aún no lo sabían, desde hace más de 100 años que se desmitificó la virginidad y se dio a conocer al mundo que el himen, no es un sello que se rompe y queda así para siempre recordándonos a diario que ya fuimos penetradas. El himen, más bien, tiene forma de coleta para el pelo, con un agujero al centro, el cual es capaz de estirarse y de no sufrir ningún cambio tras el coito. La sangre durante la primera vez también es un mito, ya que a muchas mujeres nos pasó que no sangramos en nuestra primera vez. Es necesario aclarar que la sangre que puede caer a las sabanas después de tu primer coito no es porque tu himen se rompió y te chingaron el sello de frescura, es más bien porque se desgarran levemente las paredes vaginales, lo cual hace que sangres un poco. Así que no te asustes, si no dejaste un charco de sangre en tu primera vez, no es importante. Entonces, ahora que sabemos que el himen es una membrana con un agujero al centro, que es elástico, abierto y capaz de regenerarse, únicamente nos queda sacar los prejuicios de nuestras cabezas.

Es muy relevante poder difundir esta información, dado que la educación tan basada en la religión que recibimos, afecta directamente con la salud sexual de muchas mujeres en el mundo, y poder desmitificar cosas como esta, hace que muchas de nosotras pueda encontrar nuevas formas de explorar su sexualidad. Dejemos de lado todos esos prejuicios que nos inculca la sociedad, y comencemos a disfrutar de nuestra sexualidad a través del autoconocimiento, autoexploración y búsqueda de información fidedigna. Cada uno es responsable de su salud integral. Espero que te guste mi artículo, recuerda compartir y darle like. Con amor SexoloGabi.

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